Oh si! O al menos mi border collie macho, Johnny, sí.
En agosto pasado me trajeron un pequeño gatito muy cerca de la muerte. El veterinario hizo lo que pudo, pero traje esta cosita a casa esperando que muriera esa noche. Mientras hacíamos un lugar seguro para que ella hiciera eso, Johnny estaba bajo sus pies. Pensamos que solo tenía curiosidad.
Estaba allí para quedarse.
El gatito vivió esa primera noche, y luego una segunda y una tercera. Todo el tiempo Johnny, y solo Johnny, se quedó acampado a su lado. Nuestras otras mascotas no estaban muy interesadas, pero Johnny se fue solo para atender la llamada de la naturaleza, y lo hizo tan rápido como pudo.
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Una semana. Aparentemente, Kitty iba a sobrevivir al trauma contundente, pero luego los parásitos en su estómago, pequeños bastardos oportunistas que son, causaron que una cantidad sorprendente de sangre saliera de ella. Esta crisis llegó temprano una mañana, y Johnny me despertó con el ladrido más frenético que jamás haya escuchado. De vuelta al veterinario. De vuelta en un reloj de la muerte.
Dos veterinarios, tres rondas de tratamiento, Kitty comenzó a recuperarse lentamente. Adivina quién estaba a su lado?
Se llama Mia y, por supuesto, la conservamos. Johnny todavía es dulce con ella, pero ahora que ella corre como un gatito loco, él se mantiene más lejos. Garras, ya sabes. Tan impredecible La pobre Mia no lo entiende, pero él todavía la vigila.
Pronto tendremos otro gato. ¡No puedo esperar a ver lo que Johnny piensa!