Hay un muy buen libro sobre adiestramiento canino de Karen Pryor titulado ‘No dispares al perro’.
En ella explica cómo siempre hay varios remedios para cualquier problema; dispararle al perro es el remedio final, extremo, que debe evitarse a toda costa.
Como otros han señalado, no es el perro el que tiene la culpa, son los dueños.
Asumiendo que ha hablado con los propietarios y no ha tenido alegría, ha hablado con las fuerzas del orden público y no ha tenido alegría (me resulta muy, muy difícil creer que cualquier organización de la ley digna de ese nombre sugiera que los miembros del público deberían ir alrededor de los perros que disparan): intente hablar con el perro.
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Hasta ahora tu interacción con el perro ha sido básicamente negativa / agresiva, ¿sí? Intenta ser positivo. Tenga una o dos golosinas listas cuando abra la puerta; déjalo olerlo, luego tíralo lejos de la puerta. Eso le permitirá entrar y salir, le enseñará que usted es la fuente de cosas buenas (golosinas, no patadas) e incluso podría llevarlo a huir de la puerta cuando lo vea acercarse, porque habrá aprendido que te acercas = deliciosas golosinas en un lugar que no es la puerta.
Pruébelo durante un mes y vea qué resultados obtiene.
No le dispares al perro.