En el mundo occidental, las cosas van muy bien (en términos relativos) y tenemos muchos alimentos, agua, refugio, interacción social y bienes materiales. Podemos permitirnos preocuparnos por el bienestar y los derechos de los animales porque todas nuestras otras necesidades se satisfacen fácilmente. En otras partes del mundo donde las cosas no van tan bien, las personas deben estar más interesadas en la utilidad de un animal y en lo que puede contribuir a su supervivencia.
En el mundo occidental, adoptamos una mascota como una extensión de nuestra familia. Nuestros animales viven junto a nosotros. Más allá de satisfacer las necesidades físicas del animal, establecemos una fuerte conexión emocional que brinda amor a nuestras mascotas y, a su vez, reconocemos cómo nuestras mascotas nos brindan amor (a su manera).
Amo a los animales y quiero verlos respetados y cuidados, pero solo puedo permitirme hacerlo porque vivo en una sociedad donde todo lo demás es abundante.
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