Efectivamente. Raja tiene seis años, va a siete, y ella es un perro en un cuerpo de gato, jajaja. Es terriblemente inteligente, le encanta acurrucarse y es muy buena diciéndome lo que quiere. Juega con comida y agua con igual fervor, babea de alegría cuando la cepillo y, a pesar de su enorme tamaño (pesa 22 libras y todavía es delgada según el veterinario), su voz es chirriante, pequeña y apenas audible.
La adopté cuando su familia la entregó por morder a su hijo. El hecho de que dicho niño rompió su cola en dos lugares me hace pensar que la mordida es perdonable. Es tranquila, paciente y muy cariñosa. No me puedo imaginar un mejor compañero.
No es agresiva: si no le gusta algo, me lo hará saber. La nuestra es más una asociación de trabajo que una relación propietario-mascota. Eso solo hace las cosas aún más gratificantes para los dos. No tengo dudas de que ella me ama, y no tiene dudas de que la amo.