La Navidad pasada, estaba tocando algunas canciones aleatorias en el piano de mi madre, principalmente clásicas y estándar.
Esta fue la primera vez que los gatos me escucharon tocar. Lily pasó más de una hora continuamente “cantando”, sin detenerse el tiempo suficiente para respirar.
Miró por la parte posterior del piano, luego examinó las teclas, luego yo, aparentemente tratando de averiguar dónde presentar su queja sobre el ruido.
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Pasó de pasear y maullar a sentarse en mi regazo maullando, luego se sentó en el banco maullando. Al principio, frotó su mejilla contra mi mano un par de veces, pero eso progresó a golpear mi cabeza repetidamente con las manos.
Todo este tiempo, mi otro gato, Milo, permaneció completamente callado. Pensé que solo estaba afectando a Lily por alguna razón. Sin embargo … debajo de ese exterior tranquilo … la locura se filtraba. No puedo estar seguro de si fue el sonido del piano o el incesante maullido de su hermana, pero cuando de repente se calmó, me di vuelta para ver que la había clavado al suelo con las mandíbulas apretadas alrededor de su garganta. Debo mencionar que Lily es un mero maní de 8 libras, mientras que Milo es un alce de 24 libras. No hace falta decir que esa exhibición psicótica puso fin abruptamente a mi forma de tocar durante la noche.
Tan pronto como dejé de jugar, reanudaron su comportamiento normal, como si nada hubiera estado mal.
Por lo que sé sobre el tema, no es solo el sonido o el volumen del sonido, lo que afecta tanto al gato, sino la rapidez con la que envuelve su mundo y su incapacidad general para escapar de él.
Sabemos que las orejas de gato son órganos extremadamente sensibles que captan sonidos muy por encima de nuestro rango auditivo. “La oreja de un gato amplifica las ondas de sonido dos o tres veces para frecuencias entre 2000 y 6000 Hertz (Hz)”. [1] No sé en qué rango cae el piano, pero una voz humana es de aproximadamente 3000 Hertz, por lo que me imagino que estar en la misma habitación tocando el piano en vivo podría ser abrumador.
En cualquier caso, con mis gatos, solo la música en vivo tiene este efecto; son sus seres indiferentes habituales cuando se trata de música grabada, independientemente del volumen o género.
[1] ¿Qué tan bien oyen los gatos?